Los cuchillos afilados pueden reducir a la mitad tu tiempo de preparación y, aunque no lo creas, en realidad son más seguros que los cuchillos sin filo: tienen menos probabilidades de resbalar.
Necesitarás una piedra de afilar, también conocida como piedra de agua, un recipiente con agua lo suficientemente grande para contener la piedra, una toalla de cocina, una superficie plana y estable, un cuchillo sin filo y una varilla de afilar o acero de afilar cerámico.
- Paso 1.
Remoja la piedra de afilar en un recipiente con agua durante 5 minutos. Evita las piedras de aceite, ya que son difíciles de usar correctamente, incluso para profesionales culinarios.
- Paso 2.
Saca la piedra del agua y colócala sobre una toalla en una superficie estable. Asegúrate de que el lado grueso quede hacia arriba.
- Paso 3.
Si vas a afilar un cuchillo de chef, sostenlo semi-paralelo contra la piedra en un ángulo de 20 grados, con una mano en el mango y la otra en la parte superior de la hoja. El ángulo de 20 grados debería ser aproximadamente el ancho de una caja de cerillas, o incluso menor para cuchillos que requieren un filo más delgado.
- Paso 4.
Comenzando por la base del cuchillo, llamada talón, desliza la hoja lateralmente a lo largo de la piedra mientras tiras de la hoja hacia ti para que el punto de contacto se deslice desde el talón hasta la punta. Aplica una presión moderada, especialmente al trabajar en este lado grueso de la piedra. Mantén las yemas de los dedos en el borde superior de la hoja para mantener el ángulo.
- Paso 5.
Repite este movimiento siguiendo el siguiente patrón:
10 veces por cada lado, luego 5, luego 3, y luego movimientos individuales alternando entre derecha e izquierda 6 veces. Deberías poder sentir con la uña —¡con cuidado!— que se ha formado una rebaba áspera en el filo. Los cuchillos con filos más delgados pueden tardar un poco más en afilarse; normalmente están hechos de acero al carbono más duro que el acero más blando con que se fabrican la mayoría de los cuchillos de chef occidentales.
- Paso 6.
Voltea la piedra de agua para afinar y "pulir" el filo. Repite el movimiento de afilado con un toque un poco más ligero. Un filo grueso se desgasta más rápido que un filo pulido, pero es bueno para cortar alimentos con piel dura pero carne delicada, como tomates y pescado.
- Paso 7.
Enjuaga la hoja.
- Paso 8.
Para un filo aún más pulido, termina con unas pasadas a lo largo de una varilla de afilar, asegurándote de deslizar la hoja en el mismo ángulo que antes y con un movimiento de afilado similar. ¡Ahora corta con tu nueva hoja afilada como un samurái!
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